Escrito por: José Luis Jaramillo

Fotografía de: Corporación Cultural Llanera – CORCULLA
Yo vengo de San Martín, en el departamento del Meta, y todo lo que llamamos como “folclore llanero” se nos inculcaba desde muy pequeños. Nunca fui muy diestro, tengo que admitirlo muy a mi pesar, pero era inevitable sentir el peso de la historia y de la tradición en cada esquina. Sin embargo, todo cambia de diferentes formas, de acuerdo con las reflexiones de las personas y de quienes llevan las riendas de las diferentes academias del folclor y casas de la cultura municipales. Villavicencio, por otro lado (lo digo reconociendo mi ignorancia absoluta sobre el tema), siempre me pareció más bien una sombra extraña de Bogotá, sumida en un intento inútil de parecerse a algo que nunca sería, lejos de las tonadas tiernas de la sabana y los parrandos bíblicos de sus gentes. Pero América Rey, Corculla y La Casa del Joropo me cambiaron el pensamiento durante este 16 y 17 de febrero. Fue como un golpe de realidad, un bajonazo de esos pedestales personales en los cuales nos sumimos los seres humanos de vez en cuando.
Tuve la oportunidad de asistir tanto a “con apero y sin caballo” el día 16 y “el tarimón” el día 17 de febrero. Ambos espectáculos comparten estructuras semejantes, pero brillan por sus particularidades. “Con apero y sin caballo” se centra más en el hato y la sabana, mostrando representaciones de danza-teatro basadas tanto en las labores de vaquería como a la idiosincrasia del campesino sabanero; por otro lado “el tarimón” se torna más hacia el espectáculo, la fuerza y la voz llanera, representadas en la misma América Rey y el cantante venezolano Donny Sánchez. Ambos espectáculos se manejan entre el pasado y el presente. Así, vistos desde el final hasta el principio, se dibuja una soga que liga el joropo espectáculo propuesto por Corculla al cariñoso valseado de los joropos viejos de la sabana (hoy llamados como “joropo tradicional”). Y esta conexión se graba a fuego desde la participación misma del público, lo cual se traduce en lecciones rápidas sobre los principales pasos del joropo tradicional, sus modos y formas, hasta estos mismos elementos transformados en el joropo contemporáneo y sus influencias de diferentes danzas (en especial, del ballet).
Creo que una nota no alcanza para contar las sensaciones que estos dos espectáculos provocaron en mí. Todo está configurado de tal forma que tanto el retumbar del zapateo como los movimientos de los bailadores transmitan el poder de la danza sin olvidar la delicadeza y la elegancia de los bailadores. Usa también, elementos novedosos como el uso de cajas de madera a forma de tambor, golpeadas con cotizas de cuero que trasmiten el poder de los inclementes diluvios de la sabana. Así, la propuesta de Corculla y de América Rey como su directora hace temblar los huesos del espectador mientras que, con una buena soga de cuero de vaca, hila el entramado del tiempo en las transformaciones del joropo y, en especial, del folclor metense.