La vida va en serio*

Escrito por: Luis Carlos Cepeda

En Colombia, una buena parte de los adultos mayores[1] no tiene acceso a privilegios o asistencias que les permita llevar de manera cómoda y digna esa etapa de la vida[2]. Y aun así, contando con algún tipo de respaldo económico o familiar para afrontar la vejez, asumo lo poco grato que debe ser aceptar estar en edad de pensión. 

De repente, ya no mides el tiempo de manera normal, por años o por décadas, sino por la cantidad de presidentes de la república o Papas a los cuales has sobrevivido. No entiendes los temas de conversación de los más jóvenes, y cada tanto debes pedirles ayuda porque las nuevas tecnologías parecieran estar en contra tuya a cada momento.

Te das cuenta de que tus capacidades motoras han disminuido notablemente, que te cansas con facilidad, que al menor descuido, sin importar el sitio, te quedas dormido. Ahora debes usar gafas para ver el nombre de los medicamentos y no confundirlos, si es que no olvidas tomarlos. Tu memoria a corto plazo desaparece, junto con el nombre de algunos familiares o conocidos.

A menudo vives de mal genio y ya nada parece ser de tu agrado. Le pides a la gente que hable duro para poder escucharla. Das respuestas incoherentes en las conversaciones porque malinterpretas lo que te dicen, o asientes con la cabeza o pronuncias monosílabos porque en definitiva no entendiste nada.

No puedes comer esto, o beber aquello, porque se te suben los triglicéridos o el azúcar.  Tienes dolores constantes de cabeza, huesos y espalda. Sufres de hipertensión, te agarra la menopausia, la andropausia, la gota, o el reuma. Tu estómago se inflama con facilidad, y cuando vas al baño, parece micción imposible.

Pierdes injerencia en el trabajo o en tus actividades cotidianas. Tus decisiones no son acatadas como antes, tus hijos simulan estar de acuerdo contigo en algunas cosas para no llevarte la contraria. A tus conocidos les aburre escucharte contar las mismas anécdotas de siempre, ignoran tus consejos y fingen divertirse con tus chistes.

Te arrepientes de las cosas que no hiciste, de irte de un lugar, de no haberte ido, de que no fuiste lo que querías ser, de haberte creído invencible. Pierdes la cuenta de tus muertos, vives con el recuerdo latente de ese ser amado fallecido, y a pesar de estar rodeado de personas, quizás de tu familia, te sientes más solo que nunca.

Das gracias por todo y te pones sentimental por cualquier cosa. Te sientas en una silla afuera de tu casa a contemplar a los transeúntes sin poder reconocerlos, y piensas en el ayer, lo añoras. Te sientes desconectado del presente, te parece hostil, no hay espacio para ti en él, lo que reafirma tu creencia de que todo tiempo pasado, fue mejor.

*Alusión al poema: No volveré a ser joven, de Jaime Gil de Biedma.


[1] En Colombia, los adultos mayores son aquellas personas que tienen 60 años de edad o más (Art. 3 de la Ley 1251 de 2008).

[2] Según el DANE, solo el 25,5% de las personas en edad de pensión goza efectivamente de esta prestación económica. – https://www.portafolio.co/economia/finanzas/adultos-mayores-en-colombia-cual-es-el-panorama-actual-584749.

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