TEXTO DANIEL FELIPE PEREZ
En algún pueblito de Colombia (cuyo nombre no recuerdo),
Existían tres montañas que parecían el cielo tocar,
Pajarito, mono y mavicure, nombres que sonaban
De aquellas tres montañas que todos admiraban.
Este pueblito tan pequeño tenía algo singular,
¡Todos vivían en paz y tranquilidad!
Los niños en árboles, en el pasto entre risas.
Y los ancianos en sus sillas, disfrutando de la brisa.
En ese pueblito (cuyo nombre sigo sin recordar),
Vivía una noble mujer que no sentía miedo al caminar,
Era alta, carismática, simpática a la vez,
Y con un corazón enorme, ¡me tienes que creer!
La noble mujer ¡misteriosa sin par!
Siempre estaba sola, nadie sabía su andar.
Ni su nombre, ni su casa, tampoco su edad
Pero algo es seguro ¡era querida en verdad!
Los aldeanos la veían y brotaba felicidad
Su alegría contagiaba, a toda la comunidad
Por ser tan radiante y valiente
¡La amaba toda la gente!
Aquella noble mujer no tenía odio ni rencor
Pues vivía cada día, rodeada de amor.
Amor por la naturaleza que miraba sin parar,
Podía pasar horas viendo el cielo titilar.
Paseaba por el río con una gran sonrisa
Saltaba entre la lluvia como si no tuviera prisa.
Amaba de las flores su dulce olor al caminar,
Y hasta con las aves se ponía a jugar.
Pasaron años y años y todo seguía igual,
Sin embargo, algo estaba a punto de cambiar…
Un día aparecieron unos monstruos de metal,
Y empezaron a dañar todo sin parar.
Árboles caídos, retumbaban en el suelo
Animales asustados, corrían con miedo.
Los aldeanos preocupados, huyeron del lugar,
Y la noble mujer quedó sentada sin hablar.
Las flores estaban muriendo,
Y el agua tornaba de gris,
Los animales iban desapareciendo
La noble mujer empezó a temblar,
Lágrimas de sus ojos comenzaron a brotar,
No podía creer todo lo que querían dañar,
Así que decidió mostrar cómo era en realidad.
Nubes grises brotaron de la nada
Un ambiente frío con tan solo una mirada,
Rayos y truenos, brisas y chiflones,
Y la noble mujer hablaba sin temores.
Se alzó y empezó a gritar
“¡¡Lo arruinaron todo sin siquiera pensar,
Mis amigos animales y los pobres aldeanos,
Mi bella naturaleza y mis días soleados!!”
Los monstruos de metal quedaron asombrados,
Algunos con miedo y otros enojados
“¿Quién eres tú para venir a reprochar?”
Dijeron arrogantes y sin pestañear.
“¡Mi nombre no importa!” respondió con claridad,
Y la acompaño un estallido que no pudo controlar
“Les advierto que se vayan o se arrepentirán”
Dijo con enojo, ¡ya lo verán!
Los monstruos de metal se quedaron muy callados,
Sin embargo, pasó un tiempo y se fueron agachados,
La mujer había logrado que se fueran sin luchar,
Sin embargo, el desastre no se pudo evitar…
La noble mujer, sin fuerzas cayó al suelo,
Y su corazón se quebró de desconsuelo;
Ya con poco aliento solo miro al cielo
A esas tres montañas con cierto anhelo.
Con su voz entrecortada supo expresar:
“El egoísmo y la avaricia hacen mucho mal,
Todas mis plantas y mis animales
Desaparecieron o ya no son iguales”
Los ojos cerró y durmió y durmió,
Y todo el pueblo lloró y lloró,
Pero su esfuerzo agradeció,
Los aldeanos juraron recuperar
Aquel paisaje que tanto pudo amar.
Así que a ti, querido amigo lector, solo te doy un consejo:
“Se fuerte y valiente y vive con esfuerzo,
Trata cada día de ser alguien mejor,
Como la noble mujer con su gran corazón”.