Escrito por: Luna Velásquez *
Los Llanos Orientales de Colombia constituyen una región de gran relevancia ecológica y socioeconómica. Esta zona de transición entre la cordillera de los Andes y la llanura del Orinoco alberga una extraordinaria diversidad de ecosistemas: sabanas, morichales, vegas, serranías, bosques de galería y grandes afluentes hídricos que abastecen incluso a la capital del país. Al sur del Meta, la región conecta con el bioma amazónico, conformando una de las áreas de transición más singulares de Colombia.
En estos ecosistemas conviven especies de flora y fauna que sostienen procesos ecológicos clave para la vida. Sin embargo, la región enfrenta crecientes amenazas derivadas de actividades antrópicas: deforestación, contaminación, cambio climático, expansión de la frontera agropecuaria, ganadería extensiva e intensiva y monocultivos. Estos factores han transformado el paisaje, reduciendo la conectividad ecológica y debilitando servicios ecosistémicos fundamentales como la regulación hídrica, la fertilidad del suelo y la provisión de hábitats (Van Ausdal, 2009; Briceño, 2015).
En el departamento del Meta desaparecen cada año miles de hectáreas de bosques bajo presión ganadera y agrícola. La pérdida de sabanas, morichales y bosques de galería no solo erosiona la biodiversidad, sino también las fuentes hídricas que sostienen comunidades y ciudades.
La situación es alarmante: en 2021 se deforestaron 15.300 hectáreas en el Meta, especialmente en Vista Hermosa, donde el 35,9% del suelo está dedicado a la ganadería extensiva, aunque solo el 3,5% es apto para esa actividad (IDEAM, 2021; Gobierno de Colombia, 2018). Este uso inadecuado degrada suelos, seca morichales y fragmenta corredores vitales para especies como la danta y el paujil, además de afectar la regulación hídrica que llega hasta Bogotá.
Los planes de ordenamiento territorial desactualizados en municipios de sexta categoría como Mapiripán, Mesetas o La Macarena han facilitado la expansión descontrolada de la frontera agropecuaria, generando “islas” de deforestación que desconectan ecosistemas estratégicos (Briceño, 2015). Vista Hermosa, ubicada en la transición hacia la Amazonia e influenciada por la Serranía de La Macarena uno de los epicentros de biodiversidad de Colombia, cumple un papel clave como corredor biológico que conecta Andes, Llanos y Amazonia. Su restauración significa mantener un puente ecológico continental que asegura el flujo genético y la resiliencia de múltiples ecosistemas (Haddad et al., 2015).
En este escenario surge la finca agroecológica AgroEscazú, ubicada en las veredas El Danubio y Lomalinda del municipio de Vista Hermosa (Meta). Se trata de un espacio de innovación e investigación rural que combina restauración ecológica con sistemas productivos sostenibles, articulando conservación, producción y educación comunitaria.
Su propuesta se centra en:
- Restaurar corredores ecológicos con especies nativas de la Orinoquía.
- Proteger y recuperar bosques y fuentes hídricas.
- Integrar sistemas agroecológicos, agroforestales y silvopastoriles para regenerar áreas degradadas.
- Promover la planificación territorial y agroecosistémica.
La apuesta parte de una premisa clara: la conservación no debe estar aislada de las dinámicas productivas. Por ello, la restauración se integra a prácticas agroecológicas y agroforestales que permiten producir alimentos mientras se regenera la biodiversidad. Los sistemas silvopastoriles diversificados recuperan suelos, reducen la presión sobre los bosques y ofrecen sombra y alimento tanto al ganado como a la fauna silvestre.
Este modelo propone pasar de un paradigma basado en la deforestación a uno que permita convivir con el bosque, comprender sus dinámicas y generar economías que preserven la vida en todas sus formas, garanticen seguridad y soberanía alimentaria y fortalezcan la resiliencia comunitaria frente al cambio climático.
Cuatro pilares del modelo AgroEscazú
- Restauración con raíces locales: corredores riparios con especies nativas como cañafistol, yopo y sangregado, que reconectan la Serranía de La Macarena con las sabanas.
- Producción regenerativa: sistemas silvopastoriles que integran árboles, ganado y fauna silvestre; agroforestería con cacao bajo sombra de maderables; y huertas biodiversas lideradas por mujeres guardianas de semillas.
- Pedagogía territorial: escuelas campesinas que forman en monitoreo de agua y restauración participativa mediante Investigación-Acción Participativa (Berkes, 2009).
- Planificación comunitaria: diseño de microcorredores ecológicos con juntas vecinales, demostrando que conservación y producción pueden coexistir.
Transformar la crisis llanera requiere acciones urgentes:
- Políticas con enfoque agroecológico: actualizar los Planes de Ordenamiento Territorial (POT) priorizando corredores biológicos y frenando la expansión agropecuaria en áreas frágiles.
- Financiamiento creativo: fondos rotatorios para campesinos que adopten silvopastoreo, combinados con pagos por servicios ambientales.
- Redes de conocimiento: articulación entre universidades, ONGs y comunidades para escalar modelos probados.
AgroEscazú demuestra que es posible transformar fincas que antes presionaban el bosque en escenarios de restauración, producción sostenible y educación ambiental. Su modelo abre la puerta a nuevas economías rurales, como el turismo de conservación, que visibiliza la riqueza natural del piedemonte llanero y promueve el retorno de fauna silvestre.
Además, la finca se proyecta como un aula viva de investigación donde universidades, investigadores y estudiantes estudian en tiempo real procesos de restauración, agroecología, sanidad forestal y biodiversidad. Este enfoque refuerza la apropiación social del conocimiento y aporta insumos para la gestión territorial y las políticas ambientales.
En AgroEscazú, las mujeres cumplen un rol central como guardianas de semillas, promotoras de la seguridad alimentaria y protectoras de la biodiversidad cultivada. Su conocimiento ancestral y liderazgo comunitario son fundamentales para sostener prácticas agroecológicas, diversificar la producción y fortalecer la resiliencia local.
La restauración, más que árboles plantados, implica comunidades comprometidas. Por ello, AgroEscazú promueve la Investigación Acción Participativa (IAP), que permite a los habitantes comprender sus problemáticas ambientales, apropiarse de ellas y actuar como agentes transformadores de sus territorios.
El principal desafío sigue siendo el financiamiento sostenible. Muchas iniciativas avanzan con recursos propios o apoyos puntuales, pero requieren inversión pública y privada para consolidarse. Restaurar los bosques debe entenderse no como un gasto, sino como una inversión estratégica en agua, clima y bienestar humano.
Vista Hermosa simboliza la encrucijada de la Orinoquía. AgroEscazú demuestra que es posible transitar hacia sistemas donde conviven ganadería sostenible, bosques vivos y economías resilientes. Multiplicar este modelo exige voluntad política, financiamiento creativo y, sobre todo, confianza en el liderazgo de quienes habitan el territorio.
La restauración es el camino para garantizar agua, biodiversidad y soberanía alimentaria en el Llano.
Referencias
Berkes, F. (2009). Evolution of co-management: Role of knowledge generation, bridging organizations and social learning. Journal of Environmental Management, 90(5), 1692-1702.
Briceño, L. (2015). Historia ambiental del piedemonte llanero. Universidad Nacional de Colombia.
Haddad, N. M., et al. (2015). Habitat fragmentation and its lasting impact on Earth’s ecosystems. Science Advances, 1(2).
Hilty, J. A., et al. (2019). Corridor Ecology: Linking Landscapes for Biodiversity Conservation and Climate Adaptation. Island Press.
Van Ausdal, S. (2009). Pasture, profit, and power: An environmental history of cattle ranching in Colombia, 1850–1950.
*Luna Camila Velázquez Bello: estudiante de Ingeniería Agroforestal de la UNAD, investigadora y cofundadora de AgroEscazú, finca agroecológica y organización socioambiental ubicada en Vista Hermosa, Meta. Su trabajo se centra en la restauración de corredores ecológicos, los sistemas agroecológicos, agroforestales y silvopastoriles, así como en la planificación territorial sostenible.