Escrito por: Lisbeth Meneses
Grande es la riqueza de los llanos orientales y la Amazonía colombiana, es como si cada rincón fuera una fuente de inspiración, un instante que evoca, un fragmento que lleva a crear, a imaginar, a soñar.
La bandera dibujada en el cielo, con sus imponentes amarillo, azul y rojo, reposa sobre el dosel de la selva, ambos reflejados en el espejo de agua del apacible y enigmático, río Vaupés.
Unos atardeceres que para algunos oriundos y visitantes del municipio de Miraflores Guaviare, son una invitación directa a detenerse, a elevar la mirada al cielo, así como se hace diariamente cuando se observa a lo alto, al lado y lado de la vía si viene el avión de carga, una avioneta o un helicóptero – sí, en la vía, en esa vía no pasan carros- en esa vía se marca la salida y llegada de pasajeros, que después de unos cuarenta minutos de vuelo, aproximadamente, han hecho el trayecto San José del Guaviare – Miraflores, o viceversa.
En este cielo que sobrevuela la tupida selva que demarca los ríos serpenteantes, en este, donde se dibujan estelas de color cuando hay tormenta seca, en este, es donde se dibuja la bandera tricolor, que es acompañada con una sinfonía de croar de ranas, aunque no se ven, allí están, como si marcaran el descanso diario del majestuoso sol – porque, cuando dice calentar, como se habla coloquialmente, lo hace con bastante fuerza -; su descanso va anunciando también, el retorno a sus nidos de muchas especies de aves, un fondo perfecto de siluetas, de luces, de sombras, de color.
¡Y claro!, no todas las tardes son iguales, las hay más lluviosas, más oscuras, más naranjas o moradas, pero cuando el sol imponente va descendiendo y empieza a desdibujarse, cuando parece un pequeño jugando a las escondidas, sus destellos dibujan sonrisas, nostalgias, añoranza, en una tierra, que ha alzado su mirada al cielo muchas veces, en señal de gratitud, de dolor, de reclamo, de anhelo y llamado de paz.
Este atardecer tricolor, se vuelve entonces en conjunto – río, selva, cielo, aves, ranas…- musa de inspiración, así entonces se puede considerar que este brinda un servicio cultural[1], no sólo para quiénes allí habitan, sino para todo el país, pues tanta magia ha inspirado creaciones artísticas, siendo en sí misma esta musa, arte puro.
Canciones como “Guaviare del alma” de Leovigildo López, en voz de Alfonso Ramírez Junior, “Las Hojas De Mi Selva” de Gómez & Villegas y “Amazonas Los cantos del agua” de Juan Pablo Vega & María Mulata, solo por nombrar algunas, han sido inspiradas por la belleza de estas tierras.
La tricolor aporta a colombianos y colombianas identidad – o al menos, así creen muchos -, se siente orgullo cuando esta ondea, y más aún si es en tierras lejanas, bienvenidas todas las opiniones, pero una invitación insistente, hoy leyendo estas letras, levanten una mirada al cielo, ¿qué forma tienen hoy las nubes?, ¿hace cuánto no se corre el riesgo de darles nombre?, ¿de nombrar como se siente en ese instante a los colores que aparecen en el firmamento?, ¿hace cuánto ese color lleva el nombre de alguien más?…
Pensamientos, deseos, chismes, silencios, amores, historias, conceptos, creencias, se ponen en escena, de manera momentánea o permanente, algunas con timidez, algunas con el ímpetu que da la ansiedad de ser sacadas del pecho, otras, más bien vacuas… todas viven al sentarse en el muelle de este municipio guaviarense, con los pies batiéndose en el agua del río, con un juego de contrastes entre tonos de piel, claridad y oscuridad del agua según su distancia, según los ojos de quienes la miran.
Ver desde ese lugar el atardecer, un completo regalo, verlo desde el mecer de un chinchorro, – desde esta hamaca tejida en red, que se mantuvo siempre dispuesta en el balcón -, son momentos grabados en la retina, en el corazón y en la mente.
Y ¿por qué el cielo, se torna tricolor?, técnicamente hablando, se debe a la dispersión de la luz solar por las partículas de la atmósfera, pero en pro de la cultura y de los actos de diseño y creación, propios y esperanzadores en la condición humana, pensar en que son regalos, bendiciones, buenos deseos de la vida, es mucho más evocador.
Levantar la mirada al cielo, día a día…conectar con la selva, así no se conozca, sumarse a los anhelos de estos pueblos, levantar la mirada al cielo y creer que Colombia es territorio de paz.
[1] “SERVICIOS CULTURALES Son los beneficios no materiales obtenidos de los ecosistemas, a través del enriquecimiento espiritual, belleza escénica, inspiración artística e intelectual, el desarrollo cognitivo, la reflexión, la recreación y las experiencias estéticas” (Política Nacional para la Gestión Integral de la Biodiversidad y sus Servicios Ecosistémicos (PNGIBSE).