Hoy volví a sus ojos de tierra por las casualidades de este pueblo pequeño y caliente. Navegué esos mares de arena sobre mi barquito de papel, me perdí en sus desiertos, tras sus dunas, entre sus zarzas, y la encontré menos férrea, más desgastada por el tiempo. Bajo los pasillos del supermercado, volví al cruce de caminos y hablamos un poco. Al estar allí, ya no me sentí desafiado como aquella vez, en la biblioteca, sino frente a un ser derrotado ¿Qué le hizo eso?, ¿Qué le destrozó el sueño?, ¿Qué le royó los caminitos del cerebro?…