Leche Cortada

La oficina se abre, el agobio del bochorno se corta. El cuerpo se acomoda por unos segundos y respira mientras, con mis pasos intranquilos, camino por el pasillo de baldosas rojas. Saludo a mi amiga y ella me ve los ojos con los suyos, de golpe, leyéndome la cabeza. Lo sé, lo sabe, continúo hacia adentro, llego al cuarto del lavadero y saco la escoba. Comienzo a barrer el rojo encerado de la última vez. No es mucho, pero el dinero siempre ayuda. Afuera, solo se escucha el teclear de los computadores de mi amiga y su compañera, pero dentro me suenan los huesos del corazón…